Abstracto
Con una tasa de 0,5 a 1/1.000 del número total de nacimientos en Alemania Occidental, la espina bífida es, junto con la paresia cerebral, uno de los defectos congénitos más frecuentes. En total, se necesitan cincuenta plazas en escuelas especiales por cada millón de habitantes para los niños con espina bífida. La pérdida de las unciones físicas es comparable a la de la paraplejía. La variedad de problemas médicos y psicológicos hace indispensable en un equipo de rehabilitación la colaboración de ramas de estudio muy diferentes (neurocirujano, neuropediatra, urólogo, ortopedista, pediatra, educador, trabajador social, fisioterapeuta). Cada miembro del equipo debe ser informado sobre el plan de rehabilitación completo. La falta de experiencia ambiental de estos niños se debe principalmente a su retraso en el desarrollo motor, que no se puede recuperar únicamente mediante fisioterapia individual. Por otro lado, una educación física adicional, específicamente seleccionada y organizada hace posible la movilidad y las experiencias sociales necesarias. Ofreciendo a los niños ejercicios adecuados a sus edades se espera conseguir una maduración tardía y una estabilización de la personalidad. Para elegir los ejercicios es necesario, en primer lugar, volver a las actividades llamadas fundamentales, como escalar, colgarse de las manos, deslizarse, levantarse del suelo, balancearse o lanzarse y atraparse, antes de pasar a la silla de ruedas. Deportes. El deporte en silla de ruedas promete una variada selección para ejercicios en grupo (juegos) y para el uso diario. Utilizando la silla de ruedas como equipamiento deportivo, es posible integrar en el grupo personas con otros tipos de discapacidad motriz. En el caso de la educación física en las escuelas especiales, los alumnos deberían organizarse en grupos según sus capacidades para mantener los grupos lo más homogéneos y las oportunidades de los niños lo más iguales posible. Los criterios de enseñanza más importantes son en este caso: la creación de un ambiente feliz, un alto grado de claridad, la satisfacción de las inclinaciones individuales, el fomento de la independencia, el desarrollo de la vida comunitaria y el cumplimiento de las tareas cotidianas. En la natación, el niño con espina bífida se diferencia del niño normal por su mayor miedo inicial y por la existencia de contracciones, escoliosis, hiperlordosis o cifosis debido a la consiguiente inestabilidad del agua. Por este motivo se deben utilizar ayudas especiales para nadar y trabajar. El procedimiento didáctico es entonces el mismo que en el caso de los niños normales. Una vez asegurada la familiaridad y la seguridad del niño en el agua, se puede proceder a técnicas de natación individuales y, en algunos casos, a natación deportiva. El examen bacteriológico del agua no arrojó ningún resultado que pudiera suscitar objeciones por motivos de higiene.
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