Abstracto
Objetivos:
Las lesiones del ligamento cruzado posterior (LCP) son lesiones relativamente comunes asociadas con actividades deportivas y traumatismos de alta energía. Las lesiones de la esquina posterolateral (PLC) acompañan con frecuencia a las lesiones del LCP. El diagnóstico puede ser un desafío y requiere una historia clínica y un examen físico completos. Los pacientes con frecuencia informan síntomas vagos e inespecíficos y el mecanismo de la lesión suele ser útil para localizar las estructuras lesionadas. Dos de los mecanismos más comunes para la lesión del LCP incluyen un golpe directo en la tibia anterior proximal con la rodilla flexionada, así como una lesión significativa por hiperextensión de la rodilla. Con un desgarro del LCA, los pacientes rara vez describen un «chasquido» audible que se informa comúnmente en las lesiones del LCA. En el examen físico, un hallazgo frecuente en los desgarros del LCP es una pérdida de 10 a 20° de flexión de la rodilla. Aunque las pruebas clínicas más comunes para los desgarros del LCP incluyen la prueba del cajón posterior, el signo del hundimiento posterior y la prueba activa del cuádriceps, faltan estudios de precisión diagnóstica de alta calidad.
Materiales y métodos:
Se presentan dos casos de cadetes de la Academia Militar de EE. UU. que sufrieron lesiones en el LCP mientras se quitaban las botas de combate durante un entrenamiento militar de natación de supervivencia. Los resultados del examen clínico van acompañados de resultados de imágenes de resonancia magnética e imágenes artroscópicas intraoperatorias para resaltar los hallazgos clave.
Resultados:
Ambos pacientes fueron evaluados y diagnosticados con lesiones de LCP dentro de los 10 días posteriores a sus lesiones. Cada uno informó haber sentido/escuchado un «pop», que es atípico en las lágrimas del LCP. Ambos pacientes demostraron una falta de flexión activa y pasiva de la rodilla, que es un deterioro comúnmente informado. Un paciente fue manejado de forma no quirúrgica con fisioterapia y finalmente volvió a sus funciones completas sin limitaciones 9 meses después de su lesión. El otro paciente, que sufrió una lesión combinada de LCP-PLC, se sometió a una reconstrucción del LCP y reparación y reconstrucción del LCP 8 semanas después de su lesión. Retornó a todos los entrenamientos, a excepción de los deportes de contacto/colisión, 9 meses después de la cirugía. Los programas de rehabilitación de ambos pacientes consistieron en una progresión de ejercicios para mejorar el rango de movimiento, la fuerza/resistencia muscular, el control motor y la potencia muscular.
Conclusión:
Los profesionales de la medicina militar y deportiva deben ser conscientes del potencial de lesión del LCP con este mecanismo de lesión inusual y no informado anteriormente durante el entrenamiento de natación de supervivencia. El diagnóstico oportuno y el tratamiento adecuado son esenciales para prevenir la discapacidad a largo plazo.
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